La Irene casa de campo

La IreneA través de sus ojos pudimos ver “La Irene”, aún sin conocerla, sin haberla recorrido, en el brillo de la mirada de Miriam Pedersen se podía ver la belleza de su Casa de campo. Es que su alma era la que hablaba, el tiempo vivido en el lugar, las historias y las anécdotas. Una vida tatuada en cada uno de los rincones que hacen a una de las Estancias más lindas que nos tocó visitar de la provincia de Buenos Aires.La Irene Casa de Campo es un lugar que tiene magia, que te invita a detener el tiempo y a contemplar su entorno. En cada rincón está el sello de Miriam, ella es el espíritu del lugar, es quien recibe a los turistas con una sonrisa tímida. De gran corazón y amante de su vida de campo te enseña con su simpleza y humildad a descubrir la armonía de su hogar.En un monte, entre árboles, a la vera de la Ruta 228 en el km 48, así como escondida esta la tranquera que abre camino a un mundo del que todo viajero merece vivir. Tres kilómetros de tierra y altos árboles a cada lado del sendero, son el comienzo de lo extraordinario. Es que un sinfín de sensaciones sorprenden a todo aquel que la visita. Con esa mezcla de aire campero y de mar, el casco de la Estancia luce protagonista entre la naturaleza.En su interior, la leña encendida, el exquisito aroma a comida casera, la acertada decoración y la hospitalidad de Miriam y Miguel - su compañero de vida - hacen del lugar un paraíso para los turistas rurales.Y un bosque, uno muy particular, donde la energía hace honor al pueblo donde se ubica. Es que el predio tiene la gracia de contar con un bosque energético y nosotros tuvimos la suerte de experimentarlo.En nuestra estadía el sol se hacia desear, la lluvia helada caía de a ratitos y en el más pequeñito rayito de sol se podía disfrutar de los distintos colores que el invierno sabe regalarnos, plantas que resisten el frío, otras que todavía muestran flor, el verde más verde de las hojas, nos hizo olvidar que estábamos en la estación menos colorida del año. Era la magia de La Irene, era su historia, era el amor que le pone quien la cuida y la quiere lo que nos permitió ver con otros ojos aún en una fría mañana de invierno.Solo queda que sean ustedes los propios protagonistas y vivan la mágica experiencia de hospedarse en La Irene Casa de Campo, ese lugar que tiene alma, que enamora y que como dicen quienes la visitaron: hay un antes y un después de La Irene,Nosotros damos fe de ello.Gracias Miriam y Miguel por regalarnos una estadía inolvidable, por los abrazos cálidos, por la sonrisa sincera, por la comida casera y las charlas, por mostrarnos su paz en eso que es su lugar en el Mundo.