James Turrell Museum - Bodega Colomé

Maravilloso lugar. El museo ofrece una experiencia extraordinaria, única. Con reserva previa, cupos muy limitados y solo con guía. No es de sencillo acceso ya que se desvía desde la ruta 40 -que en esa zona es de un ripio muy aserrado- por otro camino de ripio igual. Solo ingresan mayores de 10 años.

Es un pequeño museo dentro de bodega Colomé. James Turrel es un artista plástico estadounidense que juega con el arte y la física de las luz. El museo es una muestra de varios cuadros de él y una galería que se recorre caminando, son distintas salas con distintos efectos de luz, para mi, muy interesantes. No se puede grabar video ni sacar fotos. Es un lugar interesante. Recomendable. Sólo Con reserva

Sin dudas la mejor de las tres bodegas que visite en cafayate. El camino de ida se torna un poco largo en torno a las 3 horas pero los paisajes son maravillosos y una vez que estás ahí todo vale la pena. El paseo y desgustacion muy lindo, vinos ricos, pero esta bodega cuenta con un plus que es el museo. No te dejan sacar fotos ahí y es sinceramente increíble. Muy recomendable. La comida muy rica y los paisajes espléndidos.

Hoy 7 de julio, visitamos la bodega, el museo y almorzamos en Colomé. Todo ridículamente caro y totalmente sobrevalorado. El lugar es muy lindo pero la experiencia carece de contenido. No podes visitar la bodega y tampoco te explican nada. El almuerzo básico, sin relación alguna con lo que te cobran. Esperábamos mucho más. En estas condiciones no lo recomiendo.

Si nunca has entrado en alguna instalación de este artista, las hay también en Estados Unidos, España y Uruguay, entre otros países, esta es tu oportunidad. Si practicas yoga, éste es un buen punto para alcanzar un estado de relajación total.Es conveniente, si no estás alojado en el hotel o no has comido en el restaurante, llegar por la tarde para que puedas visitar con tiempo suficiente la parte cubierta del museo e irte preparando para la exterior, que no podrás olvidar jamás.Ten también en cuenta que si tienes que regresar por el camino de ripio o calamina, de noche es bastante irregular y molesto, pero no vayas a desanimarte por ello: irás recordando los juegos de luces que el atardecer ha regalado sin esperar nada a cambio…

Es mi segunda visita a este Museo totalmente diferente. Y sigo deslumbrada como la primera vez.Es toda una experiencia de principio a fin, inclusive el contraste entre lo que se vive dentro del edificio y el entorno, rodeado de montañas y viñedos.¡Muy buena la atención de los guías Franco y José! Personas muy cálidas y amables.¡Lugar súper recomendable!Sólo hay que superar el escollo que representa la atención telefónica por parte de una mujer con acento porteño, quien tiene malos modos y subestima a su interlocutor. Sencillamente, deberían cambiarla y tratar que el primer contacto sea con una persona amable, con buena predisposición y, en lo posible, local. Es por ella que no pongo la calificación más alta.

Excelente experiencia sensorial en el museo! Es la tercera vez que voy, y todas las veces me sorprende y percibo algo distinto. En esta oportunidad fuimos con mi hermanita que está en silla de ruedas, y la atención que recibimos fue excelente. Pudimos hacer todo el museo con la silla, excepto una instalación que tiene escalones, subió caminando con nuestra ayuda. La degustación estuvo bien, muy interesante la historia de la bodega, de Hess y los vinos (los viñedos más altos del mundo!)

Museo James Turell, es un museo que llaman el museo de la luz ya que este norteamericano hizo este museo en base a lo que logra con entradas se luz sobre distintos ambientes. Es super recomendable y la sorpresa de lo que verás es alta! Por esto, no permiten fotos ni videos. La tarifa incluye una cata de vinos de la bodega Colomé en donde está ubicado este museo.Recomiendo!

El museo vale totalmente la pena. Una experiencia de primer mundo. No se permiten fotos ni videos, ya que son obras inéditas.La degustación, consiste en degustar tres vinos y la explicación del guía. Increíble la atención del personal.No hubo recorrido ya que las instalaciones de producción no se puede acceder. Pero si tomar fotos en los viñedos que están al acceso.

Un espanto. Te sacan plata para tomar dos copas de vino y conocer un museo de luces de colores. De la bodega más antigua del país no te muestran ni las fotos. No hay un recorrido, una visita guiada, no se puede ver ni un barril ni entrar a los viñedos. Si se merece alguna estrella es sólo por la atención que es destacable, por lo demás, para cualquiera que quiera conocer la bodega, es un trayecto de una hora para ir a tirar la plata.